Gente
“En todo el mundo, muchas minorías y alguna que otra mayoría, emergen de sus silencios y se hacen escuchar golpeando cacerolas, ollas o cualquier otro objeto metálico. A la llamada “Noche de las cacerolas” (en el marco brutal y trágico de la lucha por la independencia argelina), registrado el 13 de mayo de 1961 en la Argelia todavía en poder de Francia, se lo considera el antecedente más lejano”.
Carlos Ulanovsky
En la Argentina del 2001 -resalta Ulanovsky- los utensilios de cocina más comunes dispararon sonidos de protesta y le pusieron música de ultimátum a los momentos finales del gobierno de Fernando de la Rúa. Con sus depósitos cercados, los ahorristas llegaban a golpear con lo que tuvieran a mano (no necesariamente cacerolas) las puertas de los bancos. En las calles el ruido de la bronca sorprendió cantando juntos, a los desocupados del Conurbano con los vecinos porteños enfervorizados por las asambleas barriales, consignas como “Piquete y cacerola la lucha es una sola”.
Según los datos que se conocen de los 39 fallecidos, once fueron asesinados en provincia de Buenos Aires, cinco en Ciudad de Buenos Aires, nueve en Santa Fe, tres en Córdoba, tres en Entre Ríos, dos en Corrientes y de los tres restantes uno en Río Negro, otro en Tucumán y de una de las víctimas se desconoce el dato.
Se cumplen 20 años de que Gastón Riva, Carlos Almirón, Diego Lamagna, Gustavo Benedetto y Alberto Márquez fueron asesinados como consecuencia de la orden de reprimir las protestas que ocurrieron en la ciudad de Buenos Aires el 20 de diciembre de 2001. Cientos de personas resultaron heridas y 130 causas penales presentadas. En 2016, el Poder Judicial estableció que los funcionarios políticos son responsables penalmente de las consecuencias que tiene la orden de reprimir una protesta, pero ninguna de aquellas sentencias tuvieron como consecuencia cárcel para los responsables
Listado completo de víctimas
– Graciela Acosta (35 años). Militante de DD.HH. Estaba buscando a sus hijos. Santa Fe.
– Ricardo Álvarez Villalba (23 años). Asesinado en Rosario, Santa Fe.
– Arapi, Ramón Alberto (22 años). Estaba con amigos en el Barrio Nuevo de Corrientes.
– Rubén Aredes (24 años). Asesinado por la Policía Federal en un corte de calles en Ciudad Oculta, Ciudad de Buenos Aires.
– Avaca, Elvira (46 años). Recibió un escopetazo frente a un supermercado en Cipolletti, Río Negro.
– Ávila, Diego (24 años). Asesinado en Villa Fiorito, Buenos Aires.
– Walter Campos (17 años). Estaba junto a cientos de personas frente a un supermercado en Rosario (Santa Fe).
– Jorge Cárdenas (52 años). Fue herido la noche del 19 en las escalinatas del Congreso de la Nación, y falleció varios meses después.
– Juan Delgado (28 años). Estaba frente a un supermercado en Rosario, Santa Fe.
– Víctor Ariel Enriquez (21 años). Asesinado en Almirante Brown, Buenos Aires.
– Luis Alberto Fernández (27 años). Vendía sandías frente a un supermercado en la provincia de Tucumán.
– Sergio Miguel Ferreira (20 años). Baleado durante las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001. Barrio Villa El Libertador, Córdoba.
– Julio Hernán Flores (15 años). Asesinado en Merlo, Buenos Aires.
– Yanina García (18 años). Salió a la vereda a buscar a su pequeña hija en Rosario, Santa Fe.
– Roberto Agustín Gramajo (19 años). Asesinado por un disparo policial en Almirante Brown, Buenos Aires.
– Pablo Marcelo Guías (23 años). Asesinado en San Francisco Solano, Buenos Aires.
– Romina Iturain (15 años). Asesinada mientras estaba en su casa, en Paraná, Entre Ríos.
– Cristian E. Legembre (20 años). Asesinado en Castelar, Buenos Aires.
– Claudio “Pocho” Lepratti (35 años). Militante comunitario. Fue en Rosario, Santa Fe.
– David Ernesto Moreno (13 años). Asesinado por la Policía de Córdoba.
– Miguel Pacini (15 años). Asesinado en la provincia de Santa Fe.
– Rosa Eloísa Paniagua (13 años). Asesinada por una bala policial en Paraná, Entre Ríos.
– Sergio Perdernera (16 años). Baleado en la provincia de Córdoba.
– Rubén Pereyra (20 años). En Rosario, Santa Fe.
– Damián Vicente Ramírez (14 años). Asesinado de un balazo en el cuello en Gregorio de Laferrere, Buenos Aires.
– Ariel Maximiliano Salas, (30 años). Asesinado en Gregorio de Laferrere, Buenos Aires.
– Sandra Ríos. Asesinada durante las jornadas del 19 y 20 de diciembre. Sin datos.
– José Daniel Rodríguez. Asesinado en Paraná, Entre Ríos.
– Mariela Rosales (28 años). Asesinada en Lomas de Zamora, Buenos Aires.
– Carlos Manuel Spinelli, (25 años). Asesinado durante las jornadas del 19 y 20 de diciembre en Pablo Nogués, Buenos Aires.
– Juan Alberto Torres, (21 años). Sufrió una herida de arma de fuego en la zona abdominal en Corrientes.
– José Vega, (19 años). Asesinado en Moreno, Buenos Aires.
– Ricardo Villalba, (16 años). En Rosario, Santa Fe, recibió un tiro en un ojo, murió el 23 de diciembre.
Solidaridad
Me llamo Martín Esteban Galli. El 20 de diciembre de 2001 participé de las protestas públicas contra las políticas del gobierno de Fernando de la Rúa. Con dos amigos y en tren desde el conurbano nos acercamos al microcentro.
Esa tarde saltamos, aplaudimos y gritamos mucho. También escapamos de los golpes de la policía. De sus caballos y patrulleros; de su civilidad bien disimulada.
Estábamos a las puertas del solsticio de verano; era el día más largo del año, y el calor era mucho. Pero no llegué a ver ese anochecer. A las 19.21, con mis amigos y un grupo de manifestantes, descansábamos en un boulevard de 9 de Julio, entre Perón y Sarmiento. En un segundo aparecieron 3 vehículos desde el lado de Constitución. Bajaron efectivos de Asuntos Internos de la Policía Federal Argentina y comenzaron a disparar.
Caí casi sobre el cordón, con una bala de plomo en la nuca. La bala ingresó por el parietal izquierdo trasero, cruzó el cerebro en diagonal, hasta ubicarse en el frontal derecho. Lo médicos hablaron de milagro; pero yo soy agnóstico y trato de ya no pensar en eso.
A pocos pasos míos, hirieron gravemente a Paula Simonetti y Paulo Córdoba. Detrás a menos de dos metros, cayó asesinado Alberto Márquez.
Yo tenía 26 años y creía que el mundo podía mejorar, pero que depende mucho de nosotros. Aún hoy lo creo, y lo comparto con mis hijos.
Han pasado 20 años y en unos días, junto a heridos y familiares de asesinados, nos sentaremos a escuchar un nuevo alegato de los reos. Si el juicio continúa, continúo.
Y es que aquella tarde de calor y humo en el viento yo supuse que había caído, pero en realidad me había levantado.
La tarde del 20 de diciembre de 2001, el corazón de Martín Galli se paró en dos oportunidades. Héctor “Toba” García, a quien Martín no conocía, le pegó una trompada en medio del pecho y lo trajo de vuelta. Con un dedo le tapó el agujero que el plomo le había hecho en la nuca y le salvó la vida. Se quedó con Martín, hasta poder llevarlo al Hospital Argerich.
Toba era docente y tenía una larga historia de militancia en los ’70. Falleció en mayo de 2014.
Testimonio de familiares de las víctimas

Diego Lamagna
asesinado en Plaza de Mayo

María Arena y Karina Lamagna
familiares

Gastón Riva
asesinado en av. de Mayo
EN MEMORIA DE DIEGO LAMAGNA
Mi nombre es Karina Lamagna. Soy hermana de Diego, uno de los cinco asesinados en las inmediaciones de Plaza de Mayo en las jornadas de 19 y 20 de diciembre de 2001. Como para todos los argentinos, ese año era muy difícil. Mi vieja pensionada, Diego y yo con trabajos mal pagos y en marzo la muerte de mi hermana menor de 22 años, aún no esclarecida a la fecha.
Ese año yo vivía con mi compañero en Chubut. Había hecho más de cinco viajes de ida y vuelta a Buenos Aires por la muerte de mi hermana. En diciembre Diego se encontraba en Córdoba por la construcción de rampas de BMX. Fue… es aún, muy reconocido en la disciplina, uno de los mejores y un precursor. Yo no podía venir a Buenos Aires a pasar las fiestas con mi mamá entonces Diego decidió volver antes para pasar “esas fiestas con la vieja”.
El 19 de diciembre ya había visto la convulsión con saqueos en el barrio y también lo que informaba la televisión. Esas fiestas ya eran muy dolorosas porque se cumplían nueve meses del asesinato de nuestra hermana menor.
El 20 de diciembre Diego tomaba mate con mamá y vio como reprimían a las Madres de Plaza de Mayo. Se puso la gorrita y le dijo: “Me voy, esto no da para más”. Esa noche no vuelve.
Al otro día sus amigos lo reconocen muerto en la tapa del diario Clarín. Nos avisan a mi mamá y a mí. Ahí comienza nuestra peregrinación. Buscar el cuerpo, buscar, buscar, buscar. En la morgue estaba como NN. Mi mamá lo reconoce y puede llevar su cuerpo.
Comenzamos a reconstruir sus últimos pasos. Diego llegó a Avenida de Mayo y marchaba pacíficamente con la gente. La policía reprimía y efectivos de la Federal, apostados en Tacuarí, dispararon contra los manifestantes con posta de plomo. Con la misma perdigonada hieren a Diego y a Gastón Riva, quien es llevado por una ambulancia. Diego es llevado en andas por la gente a Avenida 9 de Julio y cuando llega la asistencia ya estaba muerto. Tenía 27 años . A 20 años nadie está preso por su homicidio.
En 2014 se inicia el juicio a la cadena de mando y a los responsables materiales por los cinco homicidios y los cientos de heridos en las inmediaciones de la plaza. Mi vieja no llegó a ver la condena. En 2016 se condenó a Enrique Mathov, ex secretario de Seguridad, a Rubén Santos, ex jefe de la Policía Federal, y a algunos de los efectivos y comisarios que actuaron. Absolvieron a otros que fueron reconocidos por las víctimas que sobrevivieron.
Desde entonces la causa quedó en la Cámara Federal de Casación Penal, donde se redujeron las condenas y se ratificaron las absoluciones. Hoy se encuentra en la Corte Suprema de Justicia. El poder judicial nos ha matado sistemáticamente. 20 años sin justicia, mancillando la memoria y nuestra voluntad.
Que quede claro que hubo orden del Poder Ejecutivo para reprimir y la posta de plomo fue permitida y avalada. Fernando De la Rúa fue responsable. Claudio Bonadio, después de llorar con nosotras, lo sobreseyó. La justicia es cómplice
Diego Lamagna, deportista amateur de 27 años, experto en acrobacias en bicicleta, vivía junto a su madre, en Sarandí. El jueves 20 de diciembre de 2001 Diego Lamagna fue herido de muerte por una perdigonada disparada policías en Piedras y Avda. de Mayo (ciudad de Buenos Aires). En similares circunstancias de tiempo, modo y lugar también fueron asesinados Carlos Almirón y Gastón Marcelo Riva.
20 AÑOS 2001
Hace 20 años, el estallido social de gente desmembrada le daba salida a un gobierno incapaz de respetar su mandato. La inoperancia era tan grande que tuvieron que usar el recurso de sacar la policía a la calle. Una policía desbordada, como el mismo gobierno, que sólo supo matar para frenar la bronca. Es lo que mejor les sale: callar a balazos. Pero el Pueblo no se dejó vencer. Por eso los disparos. Por eso los palos. Por eso la violencia desmedida de parte de las fuerzas de seguridad.
Muchas veces me pregunto por qué llevamos 20 años de impunidad. Y empiezan a dibujarse en mi mente algunas respuestas, aunque seguramente son insuficientes. Hay una palabra que podría resumir, aunque no del todo, esta premisa. Y es el olvido. Porque no alcanza con tener memoria. La memoria se alimenta todos los días con acciones y palabras que no la dejen ir. Entonces miro hacia atrás y veo como, en estos 20 años, todos y todas quienes quedamos enredados en los hechos de diciembre de 2001, estuvimos muy solos y solas. Y me refiero a una soledad acompañada por miles de compañeras y compañeros que lucharon a la par nuestra. Pero no todo un Pueblo. Tal vez hoy la historia sería distinta.
También la Justicia nos dio la espalda. Investigando mal, con deficiencias, parcialidades. Sobreseyendo al máximo responsable, el ex presidente De la Rúa, quien finalmente murió sin condena, exonerado. Asaltando día a día nuestras esperanzas de poder señalar a los asesinos, a los que les dieron las órdenes, y a sus cómplices de antes y de ahora. Un insulto permanente a la memoria de tantas muertes, de tanta sangre derramada. Porque las condenas están, pero los asesinos siguen sueltos.
Nos olvidamos mucho en el camino para que esto sucediera…
No olvidar el sacrificio de nuestros compañeros y compañeras, su entrega al calor de aquel diciembre de 2001, es una forma de recuperar el sentido de su muerte. Salud, a los y las que tuvieron la valentía para romper las vallas, para pasar al frente, para ofrendarse, aún en tiempos de desilusiones, cuando todo parecía perdido.
A 20 años, necesitamos firmeza, valor. Seguir resistiendo es la manera de no dejarlos vivir tranquilos. No podemos bajar los brazos. Todavía hay mucha justicia por alcanzar. Hay que enjugar las lágrimas, recoger las banderas, reavivar el fuego y ahuyentar el humo que dejaron las cenizas de quienes regaron con su sangre joven las calles. Los caídos viven en nuestra lucha.
Texto de María Arena, viuda de Gastón Riva, una de las cinco personas asesinadas en los alrededores de la Plaza de Mayo.
Participación
Teníamos la necesidad imperiosa de juntar nuestros registros. Hubo una volanteada en la propia cercanías de Plaza de Mayo, el papel que repartían decía que iba haber una reunión en Asociación Madres de Plaza de Mayo. No nos juntamos solo periodistas o fotógrafos, sino también gente que venía trabajando hacía mucho tiempo en grupos de cine como “Cine Insurgente” o el “Ojo Obrero”, había muchos cineastas de la facultad de Cine de Avellaneda, o de las propias carreras que había en la Universidad de las Madres. Cientos fuimos los participantes de las primeras reuniones.
Así se conformó aquella primera asamblea de Argentina Arde, y el nombre lo elegimos en homenaje a Tucumán Arde. Tuvimos el desparpajo de que no importaba el ángulo de la toma; las asas de la película; casi que ni siquiera la luz que todo lo dibuja en fotografía; nos importaba dar testimonio. Demostrar que ese día nos estaban mintiendo más que nunca y además nos estaban pegando duro. No nos importaba como fotógrafos hacer una muestra de fotos en un lugar tradicional, nadie se lo planteaba, lo que nos planteábamos era hacer una devolución concreta en la calle, que era donde estábamos. Tomábamos las paredes del Cabildo y colgábamos las fotos que la manifestación.
En el área de fotos el registro de la resistencia que hicimos, no fue solamente de las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001, sino que continuamos trabajando y retratando el trabajo de las asambleas barriales y el movimiento de empresas recuperadas. La mirada privatizada El lema era “que se vayan todos” y nosotros como colectivo tratábamos de retratar lo que el pueblo manifestándose parecía querer decir. Con esa urgencia revelabamos y copiabamos. La mirada era personal pero el trabajo era colectivo.